Aceites esenciales.

En la antigüedad se llamaban la quinta esencia de las plantas. Los antiguos chamanes se valían de ellos para curar afecciones y existen registros de que en Egipto, Grecia, China, Tíbet, India y Persia utilizaban los aromas con fines terapéuticos, espirituales y hasta cosméticos.

Cada deidad egipcia tenía su propia y especial fragancia, dada la importancia de esta cultura, en que fue esta la civilización que inició el arte de extraer las esencias, al desarrollar un método de calentamiento de las plantas en recipientes de arcilla cubierta con una tela de lino.

El poder de los aceites esenciales era de tal importancia, (tan desarrollado su estudio) que innumerables jeroglíficos muestran la labor de los sacerdotes-médicos encargados de llevar las diversas propiedades, particularmente de la mirra, el anís, la cebolla, el ajo, el cilantro y la uva, todos aplicados en los más variados métodos, ya que este sorprendente pueblo desarrolló también el uso de estas esencias en ungüentos, polvos y pastas de uso externo.

En la antigua Grecia, el padre de la medicina, Hipócrates, también legó múltiples escritos sobre las plantas medicinales y sus usos, mientras que su par Teofrasto, es el autor del manuscrito más antiguo descubierto hasta el momento, donde detalla como los diferentes aromas podían generar reacciones en la salud, la psiquis y los sentimientos.

En la modernidad, quien acuñó el término aromaterapia tanto en sus primeros artículos como en su primer libro publicado en 1928, fue el químico francés René- Maurice Gattefossé a principios del siglo XX.

Gattefossé demostró que el poder curativo y antiséptico de los aceites esenciales era aún mejor que los sintéticos utilizados entonces, al descubrir como graves quemaduras en sus brazos curaban y no dejaban cicatrices, al ser tratadas con aceite puro de lavanda.

Esta experiencia lo motivó a descubrir las potencialidades de los aceites esenciales, de allí que sea considerado “el padre la aromaterapia moderna”.

La naturaleza nos ha regalado esta delicada forma de curar nuestras dolencias, del cuerpo, mente y espíritu, los aceites esenciales, se extraen de los sacos o glándulas de las fibras de las plantas, donde se acumulan.

Diferentes estudios científicos revelan que sus funciones son las de favorecer la polinización, contribuyendo a la supervivencia de la especie y, aunque resulte sorprendente, también a alejar depredadores.

Los aceites esenciales, sufren drásticos cambios al ser expuestos a la luz y a las variaciones térmicas, su composición química es muy similar a la de las hormonas, por esto que beneficia tanto al ser aplicadas sobre la piel o inhalados.

Cuando inhalamos un aceite esencial, sus moléculas se dirigen a la parte alta de la nariz, allí donde residen las células receptoras de este sistema.

Cada una de estas células posee cilios, delgados hilos que transmiten aquello que reciben desde el bulbo olfativo hacia el cerebro y una vez allí, se envían señales hacia aquellas estructuras relacionadas con el olfato, encargadas de liberar neuroquímicos con diferentes efectos (por ejemplo, relajantes, estimulantes) que afectan directamente a nuestro sistema.

Si recibimos los beneficios de los aceites por medio de la piel, este penetra a través de las glándulas sudoríparas y los folículos pilosos directamente hasta el flujo sanguíneo, una vez en el torrente, los aceites son transportados a todas las partes del cuerpo por el fluido intersticial (un líquido que rodea las células) y la linfa.

Para mejorar la absorción de los aceites por la piel, es conveniente tomar, previa a la aplicación, un baño con agua tibia para así elevar el calor del cuerpo. La fragancia de toda planta aromática es una expresión concentrada y dinámica de todas las propiedades curativas, originadas en la conjunción de los nutrientes que la misma planta incorpora, sus particularidades genéticas y el abrigo del sol.

La sabia naturaleza ha creado una complejidad vital, imposible de ser recreada en ninguna síntesis de laboratorio, su delicadeza y singularidad, implica un complejo y exquisito proceso de destilación, también su posterior envasado debe ser sumamente cuidado, ya que es necesario proteger estos néctares de la acción nociva del sol, la humedad y el aire.

Como no hay planta que huela de la misma manera que otra o que produzca sus mismos efectos, la mejor forma de seleccionar aquel aceite esencial que mejor se adapta a nuestras necesidades es conocer más de ellos.

En principio, descartemos que por tener un aceite un aroma dulce es valioso únicamente como perfume, esto sería un gravísimo error, ya que lo que el poderoso aroma nos revela es la elevada estructura molecular de la sustancia, centro de su poder.

Lo que tenemos que tener en cuenta es que no tenemos que adquirir un producto sintético por más agradable que sea su aroma, porque como mencionábamos anteriormente, las propiedades naturales de los aceites no son reproducibles y es necesario el uso de sustancias puras, esencias de plantas naturales extraídas por destilación al vapor, exprimido o maceración para un empleo terapéutico.

¿Cómo saber si un aceite esencial es puro?Como primer indicio, el precio. Producir una gota de aceite esencial cuesta mucho trabajo, por ejemplo, necesitamos 60.000 flores de rosas para producir 25g de su aceite.

Las flores deben recogerse a mano, el jazmín al amanecer, el sándalo debe tener más de 30 años de edad y más de 9 mts.  Todos estos indicios nos revela que es posible que compremos un aceite de mala calidad a un precio alto, pero lo que no es probable es conseguir un buen aceite a un precio bajo.

También tenemos que considerar la variación de precios de un aceite a otro, por ejemplo, el aceite de jazmín no puede valer lo mismo que el de lavanda o manzanilla, si nos lo ofrecen al mismo precio, es muy factible que se trate de aceites adulterados.

Otra forma de orientarnos sobre la calidad es el olor, podemos decir, que el aceite debe oler igual que la planta que lo produce.

Si esto no es así significa, o que el aceite no proviene de esa planta o que está notoriamente adulterada, proveniente de una destilación secundaria o peor aún de una mezcla de químicos.

Tenemos que tener en cuenta también, la calidad del empaquetado, ya que los aceites necesitan estar protegidos de la luz, la botella debe ser oscura y de vidrio, una botella clara significa que la empresa no repara en el cuidado de la “calidad” de sus aceites. Lo mismo aplica a las botellas plásticas.

Los aceites son claros y no se sienten pesados, son volátiles y no se mezclan con el agua, otra característica a tener en cuenta en este líquido, es que el aceite se observará en la superficie debido a sus diferentes densidades.

Al momento de comprarlo, es preferible recurrir a las tiendas naturales, aquellas que se especializan en bajos precios es muy difícil encontrar aceites de buena calidad. De todos modos, aunque compres en una tienda natural, esto no es sinónimo absoluto de su calidad, no dejes de comparar.

 
Fuente: Maestra Elena Annette Pereyra (Karma Kunga Drölma) .